Por Rubén Darío González Zapata Nacido en la vereda La Lindaja Corregimiento Alfonso López (San Gregorio) Ciudad Bolívar
Salve, ciudad montañera,
Donde un puñado de arrieros
Urbanizaron los cielos
Casi a golpe de mulera. (Himno de C. Bolívar, Ant.)
Generalmente un himno es un poema musical en el que los humanos exaltan los valores de una raza, de una organización o de hechos históricos que le dieron su origen. Bien sea que se trate de resaltar las cualidades más sobresalientes de sus gentes, la belleza de su geografía, su economía y, sobre todo, sus orígenes y tradiciones, un himno es siempre una especie de recurso artístico para mantener vivos el amor por los valores fundamentales que deben unir a una sociedad. Con el escudo y la bandera, el himno es el símbolo tradicional más importante que encierra dentro de sí el alma misma de la cuna natal de una nación, un departamento, un municipio y, (¿por qué no?) un corregimiento, cuyas notas, al ser escuchadas estando en un lugar extraño, hacen que los pelos se nos pongan de punta y los ojos se nos llenen de lágrimas. El himno despierta en el alma todo un complejo de bellas emociones y cantarlo de viva voz hace que recordemos de dónde venimos y que tenemos un sello cultural que nos hace únicos; que nos une en torno a unos valores de mucha importancia: las costumbres, el arte nacido de las entrañas de sus gentes y la herencia espiritual de los antepasados.
El contenido de un himno y la música de la que se encuentra revestido es (o debería ser) algo que va mucho más allá de un simple rito patriótico destinado a darle un toque folclórico y emocional a un evento oficial, a una graduación escolar o a la conmemoración del aniversario de un hecho histórico. En realidad, es la expresión labrada en versos y notas musicales de los valores que nos vieron nacer, como sucede para nuestro caso con el himno de C. Bolívar, compuesto — ni más ni menos — por Jorge Robledo Ortiz, “el poeta de la raza”, en el que el empuje de los arrieros “que urbanizaron los cielos”, la importancia del trabajo, la belleza de sus montañas (los farallones del Citará), los caminos trazados por los abuelos y la importancia de los cafetales, que, más allá de ser un renglón de la economía municipal, es el objetivo al que nos conduce el camino de la vida, son valores de los que está impregnado.
¿A qué viene toda esta disquisición sobre los himnos? Pues a que ésta nos brinda una oportunidad para reflexionar sobre lo que se llama el patrimonio cultural de un pueblo, de una nación, de una colectividad, dentro del cual, en concepto de la UNESCO, se incluyen “… las obras de sus artistas, arquitectos (subrayo), músicos, escritores y sabios, así como las creaciones anónimas surgidas del alma popular, y el conjunto de valores que dan sentido a la vida, es decir, las obras materiales y no materiales que expresan la creatividad de ese pueblo, la lengua, los ritos, las creencias, los lugares y monumentos históricos, la literatura, las obras de arte y los archivos y bibliotecas”. Nota Como se puede observar, parte esencial del Patrimonio Cultural, en los términos de esa organización de las Naciones Unidas aquí citada, es la arquitectura, esto es, las obras de los arquitectos: las construcciones.
Casa de la Cultura de C. Bolívar. Me estremece pensar que con el tiempo joyas de arte como esta casa terminen sacrificadas o relegadas al olvido por la voracidad de las selvas de cemento. (Foto Facebook, Antonio Martínez Jiménez)
Y es, por tanto, la oportunidad también para preguntarnos cómo son las cosas, en lo que a conservación del Patrimonio Cultural hace referencia, en Ciudad Bolívar, específicamente en lo que tiene que ver con el desarrollo urbano dentro de un concepto cultural y de identidad. ¿Tiene este municipio en su Plan de Desarrollo Territorial (o en el documento que sea pertinente) una política formalmente definida en relación con las normas a las que deben sujetarse las nuevas construcciones que sus habitantes se proponen erigir, a fin de garantizar que dicho patrimonio no se vea afectado o, para decirlo más abiertamente, no resulte degradado? Esta pregunta obedece a una preocupación que tenemos (estoy seguro) muchos bolivarenses cuando vemos en fotografías panorámicas que se muestran de la cabecera municipal, cómo, sin querer queriendo, empiezan a hacerse visibles torres de cemento (pequeñas por ahora), probablemente edificios multifamiliares, que, evidentemente, contrastan, ¡y de qué manera!, con el conjunto arquitectónico de la zona urbana que ha caracterizado históricamente a C. Bolívar.
Y es que, si hay algo que contribuya al deterioro, incluso hasta la pérdida total, de la identidad cultural de nuestros pueblos (que lo digan si no muchos de los municipios de Boyacá y de la sabana cundiboyacense, para citar solo un ejemplo) es la proliferación desaforada de proyectos urbanísticos en los que, finalmente, lo que cuenta es el afán de los negociantes de la construcción por aumentar sus riquezas. Y esto incluye a los corregimientos del municipio. En el caso de Alfonso López (San Gregorio), por ejemplo, uno tiene la sensación de que el crecimiento urbano de esta comunidad se ha venido dando sin que obedezca a un concepto previa y conscientemente establecido. ¿Qué dicen al respecto los actuales candidatos a la alcaldía y al concejo? ¿Se habrán tomado el trabajo de tener en cuenta estos temas en sus propuestas de gobierno?
Como hijos de Ciudad Bolívar, inclusive como un ciudadanos comunes y corrientes, tenemos el derecho de velar para que el progreso y el crecimiento económico de nuestros pueblos, algo imposible de detener y que, desde luego, es bueno, no solo no se hagan a expensas de nuestros valores culturales más entrañables, sino que se den de forma tal que el Patrimonio Cultural termine, de paso, fortalecido y enriquecido. Que, para nuestro caso, C. Bolívar nunca deje de ser “… la tierra bendita donde crecieron mis sueños / Y enterrarán mis recuerdos cuando me falte la vida”.
Nota: Asturnatura. Disponible en Google: https://www.asturnatura.com/turismo/patrimonio-cultural/
Lea también: La Semana Santa de aquellos tiempos
Por Rubén Darío González Zapata Nacido en la vereda La Lindaja Corregimiento Alfonso López (San Gregorio)