“Por habernos organizado y resistido, en Mandé logramos la tranquilidad”.
En las selvas que separan a Antioquia del Chocó se encuentra Mandé, corregimiento de Urrao con siete veredas y en el que habitan afrodescendientes e indígenas, un lugar de clima cálido, sabroso y amañador, atravesado por las aguas, a veces turbias y a veces cristalinas del río Mandé, de hermosos amaneceres y una biodiversidad exuberante.

En Mandé la vida es muy tranquila, los habitantes se dedican a la minería artesanal, la agricultura y la crianza de animales, los fines de semana se reúnen en el caserío de Vásquez (que es como la capital de Mandé), para ir a la iglesia, hacer deporte o disfrutar en las cantinas, y cada fin de mes, tal y como aprendieron de sus ancestros, se desplazan hasta la zona urbana de Urrao para estar en las ferias y abastecerse de los productos necesarios.
Allá, en Mandé, nació, creció y vive Arístides Santos Díaz, junto a su esposa y sus siete hijos, siempre ha tenido vocación para servir y liderar, es miembro del Consejo Comunitario por la Identidad Cultural, un ente integrado por siete personas, una en representación de cada comunidad, elegidos por votación popular cada cuatro años. El Consejo se encarga de velar por la tranquilidad y la seguridad del corregimiento, resguardar la tierra y evaluar y desarrollar proyectos.
“Nosotros como líderes nos hemos puesto la tarea de velar por la seguridad de la región, estamos pendientes de cualquier actor armado y al momento que llegan le presentamos cuáles son las condiciones en la región, no queremos que los niños vuelvan a repetir la historia que nos tocó a nosotros, que la violencia sea historia, que quede en el pasado”.
Arístides cuenta con notable orgullo que uno de sus principios es no abandonar la región y resistir hasta el final, vivió en carne propia el periodo de violencia que atravesó Mandé con la presencia de las FARC – EP y los constantes enfrentamientos entre el grupo y el Ejército Nacional, fue testigo del padecimiento de su comunidad, alejada de las zonas urbanas, incomunicada, olvidada por el gobierno, sumida en la pobreza y con la incertidumbre de que en cualquier momento comenzaría el bombardeo.
Mandé figura en los registros de la prensa por ser el lugar donde estuvo secuestrado y fue asesinado el exgobernador de Antioquia, Guillermo Gaviria en el año 2003, también por la fuerte presencia de actores armados y ha cargado a cuestas los graves impactos de la violencia que llevaron al desplazamiento masivo y la estigmatización.
Mandé ya no es el mismo, Mandé ha renacido

Mandé es un lugar totalmente diferente a lo que era hace 15 años, el proceso de paz con las FARC significó para los mandeceños la entrada del progreso y de muchas oportunidades, llegó la electricidad y con ella el comienzo de una vida nocturna más activa, la posibilidad de almacenar alimentos por más tiempo, ¡la televisión!, luego llegó el internet que les permite estar conectados con el mundo y comunicarse de forma inmediata.
El camino también ha cambiado, el trayecto de Urrao a Mandé, que antes se hacía en dos días a lomo de mula y caminando, hoy se hace en un solo día, aunque sigue siendo difícil y costoso penetrar la espesura de la selva, cada vez están más cerca y siguen trabajando en comunidad para mejorar ese camino, por el que están seguros van a entrar muchas oportunidades.
En Mandé, las niñas y niños ya pueden terminar su educación secundaria, ya hay un centro de salud al que acuden cuando se sienten enfermos, con la posibilidad de ser evacuados en helicóptero en caso de una emergencia y la malaria, endémica en la zona, ya no significa la muerte.
Y lo más importante, como lo afirma Arístides: “es una región plena, tranquila, segura porque nosotros mismos nos encargamos de velar por esa seguridad, no aceptamos ni un sólo disparo, y entra cualquiera, sale cualquiera”.
La importancia del camino

Actualmente, la vía para ingresar a Mandé se encuentran pavimentada hasta cierto punto donde es posible ir en camioneta o en chivero, luego inicia un camino maltrecho por el que sólo es posible ingresar caminando o en mula, los mandeceños son conscientes de la necesidad de mejorar ese camino y este año, por iniciativa comunitaria adecuarán 5 km más de la vía, con la esperanza de que en un futuro cercano todo el camino se pueda transitar en vehículo.
Lea también: La literatura transformando el dolor de la guerra en resistencia y rebeldía
“Son los caminos un medio para el progreso, si cambia el camino, entra el progreso, a través de eso entran personas que visualizan el futuro”, señala Fermín Quejada, secretario del Consejo de Mandé y quien se desempeña como microscopista en el centro de salud.
La vía también sería el impulso de otro de los proyectos de Mandé, que es convertirse en un destino ecoturístico, donde los visitantes puedan acampar, conectarse con la naturaleza, sumergirse en los ríos y en la cultura y la historia de Mandé.
¿Por qué Mandé le dice No a la violencia?

Mandé logró salir de la violencia, dar un giro total en sus dinámicas comunitarias, Arístides y Fermín reconocen que fue el organizarse, conformar un Consejo por el bien común, dejar claras sus normas, unirse para resistir; lo que les permitió lograr el Mandé que tienen ahora.
“El mensaje a otra comunidad, ya sean afros, indígenas o blancos que estén afrontando algo similar a lo que nosotros pasamos, es que una de las cosas por la que debemos empezar es la organización de nuestras comunidades, organizarnos y resistir, si no resistimos, abandonamos la tierra y el mal se apodera de ella. Por habernos organizado y resistido, en Mandé logramos la tranquilidad”.
Al preguntarle a estos dos mandeceños, que vivieron los estragos de la guerra, si creen en el perdón, responden afirmativamente y sin una pizca de duda; creen en el perdón con justicia social, una justicia que todavía esperan y hacen referencia a una enseñanza bíblica: el que no perdona aquí, no es perdonado ante Dios.
“Nosotros conocemos qué cosas precarias trae la guerra, entonces le apostamos al máximo a la paz, porque con la paz podemos tener mejor calidad de vida y con la guerra no, tenemos una zozobra de la guerra y no queremos volver a repetir la misma historia”, dijo Fermín.
Por Mariana Salas Valencia