En el Suroeste antioqueño habitan cinco resguardos indígenas pertenecientes al grupo étnico Emberá Chamí, provenientes de San Antonio del Chamí en Risaralda, quienes llegaron a la región para administrar las fincas de grandes terratenientes, fue así como conformaron sus familias, se asentaron en el territorio y hoy se conocen como: Bernardino Panchí en Pueblorrico; La Mirla en Támesis; Marcelino Tascón en Valparaíso; Hermeregildo Chakiama en Ciudad Bolívar y Karmata Rúa en el municipio de Jardín.
Cultura
La cultura Emberá en el Suroeste ha estado representada por rituales, espacios interculturales, celebraciones y festividades donde las muestras artísticas, los tejidos, la danza y la gastronomía han permitido el reconocimiento de la identidad indígena.
Cada uno de los resguardos indígenas de la región trabaja para preservar, promover la cultura, las tradiciones y la defensa del territorio, pues desde la cosmovisión indígena la Madre Tierra ha representado un lugar sagrado para la vida, que se debe proteger y no explotar.
“En el Suroeste se ha preservado la lengua Emberá y tradiciones culturales como la danza, la música, y los tejidos. Hemos fortalecido la cultura y la conexión con la Madre Tierra, enseñándole a niños y jóvenes a valorar y defender sus riquezas. Es por esta razón que estamos en contra de mega proyectos que atropellan nuestras comunidades. Nuestra Madre Tierra es sagrada, allí vemos el futuro y nuestra cultura indígena reflejada”, indicó Jorge Tascón, habitante del resguardo indígena La Mirla de Támesis.
Economía
La economía de las comunidades indígenas siempre ha estado sustentada por cultivos de pan coger como plátano, banano, maíz, yuca, café y cacao, para el autoconsumo familiar. En la actualidad aparecen otro tipo de economías como el trueque o los jornales en fincas cercanas a los resguardos. Muchos de los alimentos que cultivan, como el plátano y el banano, son vendidos a empresas de la región, y así se han constituido nuevas formas de economía en los resguardos indígenas.
La economía y cultura indígena se construye a partir del reconocimiento del territorio, la oralidad y la enseñanza, que ha permitido cultivar los saberes ancestrales por medio de encuentros interculturales en cada resguardo, donde a partir de expresiones culturales, diálogos y movilizaciones se resignifica el papel de la Madre Tierra como promotora de vida.
“Los indígenas sin la Madre Tierra no somos indígenas”:
Jorge Tascón del resguardo indígena La Mirla de Támesis.
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