Editorial. Los políticos que necesitamos para votar por ellos

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No hay que buscar candidatos de otro mundo para que administren lo público. En cada municipio hay personas calificadas que pueden hacerlo con sentido práctico, formación profesional pertinente, compromiso y sobre todo con respeto y transparencia. En nuestros municipios hay personas que merecen administrar lo público, tiene don de gente, sentido de pertenencia, credibilidad y confianza social. Su experiencia de vida les permite hacer compromisos más allá de lo familiar, de su círculo económico y productivo, y podrían aportar todo ese aprendizaje acumulado en la administración de lo que es de todos, de lo público.

Las quejas como “es que no hay con quién, votemos por el menos malo, ni el burro arrima ni el lazo alcanza”, y otros, para significar insatisfacción comunitaria por falta de mejores alternativas de dónde escoger, no siempre expresan pobreza de liderazgo. Hay líderes que ante la corrupción y la politiquería, en medio de la cuales muchas veces se definen los candidatos, prefieren hacerse a un lado, cuestionar, observar desde la barrera o quejarse de lo que está pasando, no quieren someterse al escarnio público en el que muchas veces se convierte una campaña electoral y no están dispuestos a negociaciones por debajo de la mesa, a dádivas comprometedoras que resultan afectando la moral y la ética.

La frase repetida y de cajón de épocas pos electorales “cada pueblo tiene el gobernante que se merece”, seguirá escuchándose para bien o para mal, pero es una realidad ante los aciertos o no de los ciudadanos electores que tienen el poder de tomar la decisión de escoger entre los candidatos que surgieron.

Las preguntas ¿Por qué estos son los candidatos y no otros, por qué no está tal persona como candidata a la Alcaldía o al Concejo Municipal?, tienen explicaciones distintas en cada municipio, pero por lo general obedecen a procesos que encierran intereses de partido, de grupos económicos y políticos, intereses personales. Valdría la pena recordar o averiguar cómo surgió cada uno de los candidatos hasta obtener su aval político; algunos de esos procesos fueron de concertación, resultados de acuerdos, otros candidatos fueron seleccionados a dedo, impuestos por jefes políticos y otros surgidos de su propia voluntad, de querer ser alcalde o concejal. 

Hacer procesos amplios, democráticos y concertados podría ayudar a tener candidatos de mayor aceptación social, que aprovechen el tiempo de campaña electoral para construir su proyecto político con conocimiento de causa y la realidad de su municipio, no programas basados en ideales y deseos poco prácticos, ingenuos y que resultan ser populistas pero que poco o nada resuelven las necesidades más sentidas de la comunidad.

Hacer las alianzas políticas por programas y proyectos y no por avales de partidos, concertar un solo programa de gobierno construido de manera conjunta por líderes políticos, líderes sociales y comunitarios, empresariales, industriales y con la ayuda de expertos; permitiría que los electores tuviéramos garantizado el desarrollo del municipio, el camino a recorrer, y la elección se orientaría entonces a elegir el mejor ejecutor, el mejor gerente, el mejor alcalde para sacar adelante el programa concertado y un grupo de concejales comprometidos con un proyecto de desarrollo, no desgastándose en pujas partidistas o intereses politiqueros que retrasan y debilitan la capacidad de gestión pública. 

Legado de nuestro director Álbaro Valencia Cano (+2016).


EDICIÓN 197 

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